viernes, 13 de enero de 2012

2011 Almería


domingo, 15 de mayo de 2011

Viaje a Suiza 2007. Amistoso Selección Argentina y Suiza

Este viaje comenzó muy loco (como siempre y para variar). Días atrás (hoy es sábado) supimos que jugaba la selección Argentina, acá muy cerca, en Suiza. Lo que no sabíamos eran los medios de transporte para llegar.

En primer lugar averigüé un poco por internet y al día siguiente Dario fue a una agencia para averiguar precios. Digamos que la agente de viajes mucho no se esmeró. Ella dijo que el pasaje para los dos ida y vuelta nos costaría unos 280 euros con suerte. Así que por un día desistimos y dijimos mejor nos quedamos en casa.

Ayer, viernes Dario me despertó con una llamada preguntándome si era posible ir a algún lado. En realidad lo que él deseaba era ir a a ver la selección Argentina a Basel (Suiza). Empecé a averiguar y ya casi cuando perdía las esperanzas llegó Dario, diciendo que no iba a trabajar por la tarde, que adonde nos podíamos ir. Yo no quería desanimarlo, pero en realidad afuera llovía como en el resto de Italia. Aviones económicos para ir a otro país no había. Así que dije busco por última vez, a ver donde podemos ir.

Al final encontré pasaje de ida a Basel x 2= 128 euros y luego encontré la vuelta más económica 98 euros para dos. Así que por 226 (tren) + 74 (hostel) viajamos Suiza. Llamé a Basel y me dijeron que en la estación de tren se podían comprar los tickets para el partido.

Finalmente se parte.

Salimos ayer a las 5 de la tarde desde casa hacia la parada del bus.
Un poquito antes había pasado el giro d'Italia. Teníamos miedo que la calle estuviera cortada. La calle para ir a Rovereto es una sola y si se bloquea no hay solución. Por suerte nada de esto paso. Rovereto, es la segunda ciudad más importante de la provincia de Trento. Donde está la estación de trenes mas cerca de casa, a unos 25km.

Desde Bolognano (ciudad donde vivo) tomamos nuestro autobus en horario y salimos rumbo a Rovereto. Llegamos, compramos los tickets de tren y esperamos...
A las 17.40 llegó el tren para ir a Verona. Así que antes de las 21 estábamos en Verona. Por último faltaba nuestro último tren para llegar a Milano, y a las 22 salimos. Llegamos a las 24 a Milano y minutos después comíamos en un McDonald's. (Único lugar abierto a esa hora en Milano).
Luego volvimos a la estación y aclaramos a la policía que teníamos los tickets para viajar luego a las 6am a Suiza. La aclaración estaba demás, dormía todo el mundo en la estación de Milano.

En este momento son las 2am, Dario duerme sobre mis piernas (en forma de casita alpina) y yo estoy bastante cómoda recostada. En fin ahora trataré de dormir algo, faltan 4 horas. Aunque no confío mucho, alguno ronca al lado mío. No es nada placentero dormir en la estación de tren, prefiero los aeropuertos. Aunque a decir la verdad: a la hora de hablar de seguridad tanto uno como el otro suelen ser bastantes inseguros.

Cabe aclarar que la sala de espera está llena de gente. Algunos duermen en el suelo y otros como pueden sentados o simplemente reposan (no se fían). Los que van llegando miran con cara de susto el rarezco lugar, pero todos nos habituamos. Al fin y al cabo la mayoría somos simples pasajeros que esperamos. Eso si alguno usa este lugar de refugio porque afuera está fresco y llovizna como para pasar la noche entera a la intemperie.

martes, 5 de enero de 1999

Camino de los 7 lagos (Patagonia) en Mountain Bike





Fuimos en Autobus desde Buenos Aires hasta Junín de Los Andes. 20 horas de autobus o algo parecido...





Llegamos, pusimos la rueda delantera, el equipaje en la bici y a andar se ha dicho. Todo el mismo dia que llegamos. Una locura!

Lo primero que hicimos una tremenda subida a unos 35º, no se medirlo exacto. Pero muy pronunciada. Yo era la última, todos habían estado entrenando durante meses y yo decidí a último momento de viajar sin entrenar. Así que mi estado físico era pésimo, le pedía más al corazón de lo que podía dar. Realmente me la jugué.

Cruzamos el Lago Huechulafquen, nos encontramos en una casa con la gente del lugar. Íbamos a entrar en una selva, pero previamente debían registrar nuestros nombres y números de documento. Luego entendimos porque. 

La selva: muy tupida, impresionante, la gente del lugar nos había advertido que era una locura pasar con las bicis. Decidimos hacerlo igualmente.

Tenían razón: nunca tendríamos que haber entrado. Tendríamos que haber ido por la ruta, sin tratar de acortar camino. 

El primer día dentro de la selva: bueno, bastante bien, por la noche dormimos en un claro que encontramos entre esta media selva y medio bosque, escuchamos algún animal salvaje. Yo terminé arriba del único árbol que había en el claro. A lo lejos cuando iluminábamos con las linternas, veíamos ojitos... que miedo! Una de las pocas veces en la vida, que he sentido tanto miedo. Ahora lo cuento y no parece nada, pero en su momento, lo pasé mal.

Mi teoría, era... bueno, si es un puma o un jabalí: atacaría primero al resto y a mi a lo último por estar en el árbol, yo lloraba como una tonta. Parecía una peli de terror. Será por eso que no me gusta ver estas pelis? No lo se. Juro que en ese momento pasan miles de pensamientos por el cerebro. 

Al final, me convencieron que bajara y que no nos pasaría nada. Decidimos dormir haciendo guardia a turnos. Pero creo que al final nos dormimos todos. 

La mañana: escuchamos un ruido muy fuerte, sentíamos que se acercaban a nosotros y escuchábamos campanas. Si señor! Uf, otra vez el miedo, aunque dijimos estás conocen al ser humano, llevan campanas. Serán de algún campo vecino.
Pasaron las vacas, creo que nadie salió a mirar por miedo a que se acercaran hasta las tiendas/carpas.

El día siguiente:
Al inicio bien, pero mis piernas, uf, dijera como quedaron... llenas de cicatrices. Hoy por suerte todo esto no se ve. Hice un tratamiento durante todo el invierno siguiente de 1999. Mi dermatóloga me dijo que debía usar ácidos (son cremas) para que se borraran las cicatrices. 

¿Por qué las cicatrices? En la selva, había muchísimas plantas y muchas con espinas. Era imposible pasar con la bici sin rozarse con las espinas. El camino estaba hecho para que se pasara en fila india. Así que de ahí las cicatrices, sumado a que mi piel es supersensible y a que empezó a llover... fue mortal eso! 

Bueno, seguimos por la selva, llovía, yo era una de las que peor la llevaba. Tenía todas las de perder: sin entrenamiento (casi 6 meses sin andar fuerte en la bici). Además llovía, no teníamos mucha agua, alimento: si, pescado enlatado. En fin, gente de ciudad que no estaba preparada para una selva, con lluvia, espinas, barro y muchas subidas.

Las bicis: fue todo un tema, la selva era dentro de una montaña, prácticamente nos adentramos e íbamos subiendo muy despacio. Había que ayudar a alguna que ya se había accidentado, las bicis llevaban el equipaje, era muchísimo peso. Al subir la montaña con las bicis tan pesadas, el barro y las subidas pronunciadas, era casi imposible. Practicamente de los 8 que íbamos, 3 estábamos en buen estado físico y psíquico. El resto ya había sufrido algún pequeño accidente: estiramiento de algún músculo, rodillas resentidas, o alguna crisis de nervios.

Así que hasta donde pudimos seguimos con la bici. Gastón, uno de nosotros dijo, yo me adelanto y salgo. Era porque era superegocéntrico y según él pediría ayuda. En fin... seguimos y antes de que se hiciera muy tarde dijimos: las bicis se quedan y llevemos una muda de ropa y nada más. 

Yo preferí llevar la carpa (que me había prestado mi amigo), la ropa y mi cuerpo como podía.

Después de no se cuantas horas caminando, y con la inconciencia tranquila que habíamos dejado las bicis, casi al anochecer logramos salir de la maldita selva.

Gendarmería (los militares) ya sabían de nosotros, los ciclistas perdidos por nuestro amigo Gastón.

Gracias a mi carpa, esa noche 5 dormimos en ella. No me pregunten donde durmieron los otros 3, no me acuerdo. 

3er día: nos dejaron usar las termas gratis, nuestras caras deben haber sido terribles. Yo prácticamente estaba a los gritos pelados cuando entré en esas bañaderas muy a la antigua. Las sales en mis cicatrices, eran cuchillos pequeños. Mucho dolor, mucho dolor, pero necesitábamos relajarnos.

Ese día discutimos con nuestro "supuesto" guía, yo fui la que le dijo todo. Y yo era la más pequeña del grupo.

De los 8, sólo continuamos 4...

Otro día sigo...!!!

jueves, 5 de enero de 1984

Primer viaje a la playa

Mi primer viaje a la playa fue a los 10 años. Mi tío trabajaba en una importante petrolera argentina que hoy no existe mas, y le daban billetes aéreos para toda su familia. 

Así que fue también mi primer viaje en avión, fue emocionante. Todo junto playa y avión. La única foto que tengo de este viaje es con mis primos al lado del lobo marino de Mar Del Plata. 

Recuerdo que por aquellos tiempos se escuchaba mucho en la radio Acuarela, una canción de Toquinho (cantante brasileño). Recuerdo que habíamos alquilado una linda casa y que todas las camas eran de madera color oscuro. 

Fue uno de los viajes mas lindos y quizás allí haya iniciado mi pasión por viajar y conocer diferentes lugares, lo que después se transformaría en una necesidad de conocer aún más de este mundo y mas hasta el punto de invertir todos mis ahorros en viajes.

martes, 8 de diciembre de 1981

Viaje a la Difunta Correa (Provincia: San Juan)

Este fue un viaje que realicé junto a mis familiares (madre, primos, tíos, etc). Tenía 5 años y me llevaron a un lugar casi en el desierto. Allí había mucha gente haciendo cola para visitar este santuario. La verdad que a esa edad mucho no entendí el motivo de esta gente ahí, luego averiguando supe la historia de la Difunta Correa y aquí hago una pequeña reseña histórica que fue transmitida de manera oral.
La historia cuenta que la señora Deolinda Correa huyó con su hijo desde la Majadita (Depto de 9 de Julio), luego de que su marido Baudilio Bustos fuera capturado por las fuerzas para formar parte del ejército. Ella en cambio escapó de un comisario del pueblo que pretendía que fuera su amante. Así va siguiendo el camino de la tropa montonera. Luego de tanto andar, se pierde en el medio del desierto. En Vallecito muere y su hijo sobrevive gracias a que estaba saciando su sed del pecho de su madre. Luego son encontrados por unos arrieros, quienes entierran a la difunta y le ponen una cruz en el lugar. Algunos años mas tarde ocurre el milagro de las vacas.
Un arriero muy conocido de fines del 1800, es sorprendido por una tormenta en el medio de la noche. Todo su ganado escapa, pero esa misma noche el ve la tumba de la difunta. Allí le implora que pueda recuperar su ganado. Al día siguiente encuentra todo el ganado, sin ningún animal herido. La promesa que el había realizado era realizar una capilla en el caso que el milagro se cumpliera. Cuando Don Flavio Zeballo regresa de Chile cumple con su promesa y realiza la primera capilla en el mismo lugar donde ella muriera unos 50 años antes.

martes, 4 de mayo de 1976

Primeros viajes

Mis primeros viajes fueron desde la provincia de Buenos Aires a San Juan. Desde pequeña pasaba vacaciones de invierno y verano en la provincia de San Juan.